miércoles, 22 de diciembre de 2010

LA EXCELENCIA PERDIO POR GOLEADA


Vox Populi, Vox Dei. Así reza el viejo dicho y está referido a opiniones, votaciones o elecciones de un político o un programa televisivo y sus ídolos por parte del gran público; una sentencia que en los tiempos que corren está viciada de nulidad. La voz del pueblo dejó de ser la voz de Dios; hay hechos puntuales donde nuestro Señor se exime del mal gusto.
En los últimos veinte años la televisión argentina ha elevado al rango de zar a un pibe de pueblo, que devenido en novel periodista radial, pasó a ser el rey de los medios, el divo de la pantalla chica, el hacedor de éxitos, el inventor de formatos, el patrocinador de figuras.
De conductor de un pedorro programa de relleno de medianoche, seudo deportivo a lo que es hoy, el animador de un evento televisivo, que durante años fue buscando su derrotero, su tamaño, una suerte de prueba-error hasta encontrarle la vuelta a su producto, por el que pasaron humoristas, cantantes, bailarines, números vivos por sus treinta segundos de fama, el piberío mostrando su competitiva frescura, jurados conflictivos, patinadores, bloopers, joditas y jodas y bailarines, entre otros excelsos y bizarros personajes. Todo esto hasta llegar a la fórmula que le dio el éxito, un formato trillado en el mundo, al que bautizó Bailando por un Sueño, que fue moldeado con perlitas que a nuestra gente les encanta, como ser peleas fogoneadas y falsas, escándalos entre cuatros de copas o vedetongas que hacen cualquier cosas por figurar, cortes de polleritas, bailes de caños para cachondear a pajeros o a maridos aburridos. Elevar al rango de ídolos a cualquier don nadie, como Peter, Coki, el negrito de Zaire, Tito, etc.
Junto a su séquito de aduladores, locutora incluida, confecciona un programa con mucho brillo y producción, pero escasos matices de calidad. Una emisión que es refritada por un sin fin de programitas de chismes o simplemente producciones satélites, siempre con la palabra Show dentro del títulos (La Previa del Show, etc, etc).
De más está decir que a lo largo del año importa poco el sueño de los soñadores y la veracidad de los números, los llamados y los porcentajes que se esgrimen en cada votación.
Cada año nos sorprende con más audiencia y menos excelencia. De pronto la inaudible Eliana Calabró gana el cantando por un sueño, o la Rucci le gana bailando a una maestra como la Fidalgo o el baile del simio de la Mole Moli pudo más que el talento de Flavio Mendoza, que dicho sea de paso es profesor de coreografía.
Que elige la gente en un concurso televisivo, talento, carisma, luz propia, virtud o aquel como nosotros, que con todos sus defectos, juega una final frente al poderío de la perfección. Quien va quedando en un concurso televisivo, el que genera quilombo y audiencia, el verborrágico, el mal educado, el que insulta o discrimina para mantener la audiencia a tope o el personaje brillante, relevante, excelso o eminente.
En la Argentina la excelencia pierde día a día por goleada y ya estamos acostumbrados a ver las derrotas en los programas de televisión, pues somos partícipes necesarios y cómplices de sus bajos instintos. Solo resta pedirles perdón a genios como Goar Mestre o a Alejandro Romay que tanto bregaron por una TV de calidad. A ellos hay que decirles que lo que se ve en televisión actualmente solo es una jodita para el programa de Tinelli.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

IMPORTANDO POBREZA


Juro que pensé dos veces el escribir esta nota. No es fácil tomar una postura luego de horas frente a la tele observando las imágenes de lo que es la peor de las guerras; la de los pobres contra los pobres. Aún a riesgo de generar odios y adhesiones, decidí salir de la comodidad que te otorga el silencio y escribir esta nota que nada tiene que ver con Barracas Central, ni con el deporte..
Detesto el racismo, la discriminación, las actitudes fascistas, la xenofobia y el canibalismo. Repruebo a aquellos separadores de clases, de rebaños, los rotuladores de gente, los que dibujan su sentencia de acuerdo a color de piel, al tamaño de la billetera, al glamour de su pilcha o a la estética de su barrio.
Me da pena escuchar en boca de otros como se esgrime gentilmente la palabra ¨negro¨, palabra con la que yo jugué canallescamente alguna vez en mi vida.
Pero la realidad me marca que cada uno debe hacerse cargo de sus miserias. La Argentina tiene una historia de injusticias, desequilibrios sociales, de marginación, de desempleo o subocupación y de una precaria distribución de riquezas y recursos sociales. La ausencia de un plan médico integral, de excelencia edilicia y descentralización, obliga a las masas a conglomerarse en los centros urbanos de las grandes ciudades. Todos quieren venir a Buenos Aires, pero lamentablemente Buenos Aires no es para todos, Buenos Aires no los quiere a todos.
La droga esparcida y las enfermedades forman un flagelo que no tiene solución. Y dentro de todo este panorama está la gente, nuestra gente; víctimas inocentes de la corrupción, el desinterés, el desamparo, el descontrol, la insensibilidad y la ausencia de políticas sociales serias.
Linyeras, villeros, niños mendigando por las calles, los sin techo, los cartoneros, los trapitos, lustrabotas, ocupas, los habitantes de los asentamientos clandestinos, limpia vidrios en semáforos, madres solteras y víctimas de la inseguridad dibujan un panorama patético. Son mártires de los que los utilizan y los movilizan, los que juegan a la política usándolos como herramientas. La Argentina se transformó en una gran villa con bolsones de riquezas.
Pero existe un agregado, la gota que colma el vaso, la frutilla del postre de un país de manos abiertas, que abusando de su espíritu global, continental, solidario e históricamente hospitalario con la región, permite que pobres de otros países vecinos se sumen a nuestro calvario, potenciando así nuestros pesares. Durante años le hemos abiertos los brazos a las bocas abiertas y se los hemos cerrado a los cerebros abiertos.
Existe un daño irreversible hecho en Latinoamérica. Existen millones de víctimas nativas en nuestra querida Argentina con problemas a resolver, pero se nos ha desbordado el sistema y así no hay país que aguante, no hay aporte que llegue, ni asistencialismo que valga; no hay planes que sirvan, ni proyectos viables, ni trabajos posibles, ni voluntades suficientes para atender las necesidades en exponencial aumento. Si seguimos recogiendo el drenaje de la pobreza de la región, no estaremos en condiciones de construir y solventar una red de contención social que contenga a los nuestros. Esto es decididamente así aunque ciertas mentes progresistas opinen lo contrario.
Los que trabajan y tiran del carro ven con asombro, impotencia y bronca como otros que no realizan el mismo esfuerzo ocupan tierras, solicitan planes y desean que les regalen cosas, por el simple hecho de ser pobres y más es la indignación cuando esos pobres vienen de afuera. Esa postura les vale ser considerado por muchos como unos hijo de puta insensibles y poco solidarios. Y los pobres se pelean con los pobres por una miga de pan, por una oportunidad que nunca ha de llegar. Para muchos de ellos la piedad vale más que la ley.
Todos somos iguales ante los ojos de Dios, pero la América unida, la casa grande, se va al carajo si no es la propia América que financie esta mutabilidad. Si por ejemplo Bolivia no ayuda a sus bolivianos en Argentina, si Paraguay no hace lo mismos con sus compatriotas en desgracia en nuestro suelo estamos en el horno, manteniendo hijos ajenos con los bolsillos vacíos y sin nada para dar. No pasa por un problema de insensibilidad y de xenofobia, es simplemente una cuestión de sentido común.
Detesto el racismo, la discriminación y la xenofobia; yo no experimento nada de eso, soy hijo de inmigrantes y me cabe las generales de la ley, pero alguien tiene que hacerse cargo de los errores y de sus miserias.

domingo, 12 de diciembre de 2010

SUBAN AL ARCA


Siempre que llovió, paró. Y el sábado en Olavaria y Luna cayó un diluvio monumental y en pocos minutos, treinta y cuatro, precisamente, el árbitro Vigliano suspendió el encuentro Barracas Central – Defensores de Belgrano, por considerar que la cancha no estaba en condiciones de soportar el resto del trámite. La lluvia paró, pero el espectáculo no continuó.
Confieso que he visto poco, pues al caer las primeras gotas gordas me fui debajo de la tribuna y allí toda observación era muy limitada. Lo irrisorio del trámite me disculpa de emitir un comentario, pero sí me habilita para dar una impresión, una sensación que resulta de este mini compromiso.
Barracas sale al campo con tres volantes centrales (Orfila incluido) frente a un equipo que pobló el medio y el fondo con hombres altos, que peleaba palmo a palmo toda pelota, que ocupaban criteriosamente los espacios, adelantando sus hombres hasta el medio, presionando a los del fondo. Un Defensores que atacaba peligrosamente por su banda izquierda a través del número 10 que inquietó cada vez que la tenía en sus pies.
Por el lado de Barracas, muy poquito de Campos y los dos de adelante expuesto a los pelotazos que los lungos de abajo desbarataban. Un remate de fuera del área y algún centro fueron las aproximaciones que contabilicé en poco más de media hora.
Me dio buena impresión Defensores de Belgrano, equipo al que hay que atacar y coparle el medio en ofensiva. No se si es un buen negocio esperarlos y contragolpear. Lo que si creo que fue buen negocio que se halla postergado el pleito, porque siempre es bueno barajar y dar de nuevo y como venía la mano se iba a hacer cuesta arriba el compromiso, teniendo en cuenta el estado del campo de juego. Tal vez con otros protagonistas locales y otro piso, podamos dibujar otro partido.
La obra quedó trunca, el agua no lo permitió, esto a pesar del excelente estado del campo de juego. Como aquellas viejas paradas de la C y de la D de otrora, me tuve que volver a casa antes de tiempo, me tuve que subir al arca y zarpar hasta una nueva oportunidad, que seguro será el año próximo, cuando se complete el partido que San Pedro quiso que no finalice.

lunes, 6 de diciembre de 2010

HUEVO FRITO


Los hombres solemos ser dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras y de nuestros gestos. Hace unos meses un hombre quedó pegado a un hecho histriónico que se transformó en una patraña, en una comidilla, en una anécdota risueña, en una provocación grosera, en un boomerang que terminó devorándose al lanzador.
Las cosas del fútbol, las vueltas de la vida y los retornos menos esperados visualizaron un encuentro por obra y gracia del fixture, justo en la última fecha de un torneo, entre el protagonista del cuento y su viejo, pero ocasional verdugo.
Y el huevo se frió en la tórrida tarde de Olavaria y Luna, con sus dichos y sus gestos a cuestas; junto a su digno equipo canarino que nos visitó.
Del partido nada, lo de siempre, paridad hasta el error, que en esta oportunidad nos tocó aprovechar. Lo de siempre, el machacar y esperar, el buscar, el abrir, el probar, el romper, el marcar. Y allí Barracas sacó ventaja de un dubitativo y poco punzante oponente, que nunca pudo ser lo que se propuso, que llegó poco y con cierto peligro, pero muy poco.
Que en cierto paraje del encuentro descubrió errores defensivos propios, ciertas distracciones bien resueltas por Elias y sus hombres de defensa.
Lo bueno vino en la segunda parte, pues en la primera despertamos al partido con un mano a mano de González y casi nada más. Nos prestamos la pelota y nos morimos de calor.
Pero en el complemento, fuimos más, tuvimos aguante, soportamos las inclemencias y aparecieron los diferentes, Gonzáles, Torres, el paraguayo y allí rompimos el cero.
Pudimos convertir algún tanto de contra, abriendo a las puntas, tirando misilísticos centros que no fueron capitalizados por los de adelante. Pero la inteligencia de los de Kopriva resolvieron un encuentro chivo, de seis puntos. El huevo perdió en la sartén del estadio Chiqui Tapia, el huevo seguirá participando, demostrando que puede, aprendiendo en una categoría difícil, haciendo piruetas, equilibrio, tratando de zafar de la parca que lo viene arrinconando. El huevo, en definitiva, seguirá remando.