viernes, 29 de abril de 2011

QUE NOS PASA A LOS ARGENTINOS


Realmente no se que tenemos lo argentinos en la cabeza y en nuestros corazones. Desde tiempos inmemoriales los nativos en el Río de La Plata hemos mirado con asombro y admiración tanto a Europa, a principio del siglo pasado, como a los EEUU en la contemporaneidad. El deseo, el pasmo, la envidia, esa puja entre lo nuestro y lo del otro traducido en actos de cholulismo, fisgoneo, envidia, esperanza y objetivo de vida, queda plasmado en la piel del argento y del sudaca en general, cada vez que un nombre, un producto, una persona, un paisaje o una noticia emanan de aquellos lares.
No puedo creer como la mal llamada Boda Real (pues no es un rey el que se casa), despierte en nuestros compatriotas y en especial en los medios periodísticos locales tanta avidez. Esto resulta más incomprensible si es el príncipe de un país beligerante al nuestro, con causas pendientes que no son otra cosa que políticas de estado irrenunciables el que se enlaza.
Que tenemos nosotros, los argentinos, que nos pueda interesar de ellos. Salvo alguna cajetilla vernácula que le incumba la moda de la aristocracia europea, tan solo para comentarla entre las chongas de la peluquería. Particularmente ver su bandera me irrita, aún en el logo de una pilcha. Porque debemos prestarle atención a la felicidad de un pueblo que nos hizo infelices, que nos llenó de dolor y muerte, que se apropió de los nuestro e históricamente de lo ajeno. Porque las emisoras de radio y Tv, especialmente las de cable me llenaron de retratos de la pomposa ceremonia, cuando la actualidad de nuestro país reporta noticias, informes, comentario e imágenes que justamente en la mañana del viernes canal 26, Crónica, América, C5N y TN se negaron a darme; si hasta especularon con el pronóstico del tiempo en Londres a la hora del casamiento y enviaron periodistas destacados en el evento.
Existe un enlace matrimonial que los argentinos estamos esperando para ver con alegría y vivirlo con esperanza y es el de los medios de comunicación con las causas nacionales, que por lo visto todavía no habitarán en la alcoba nupcial.

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