miércoles, 9 de marzo de 2011
LLAMEN A LOS BOMBEROS
Cuando parecía que ya no nos tocarían más árbitros tendenciosos, poco amigables, arbitrarios, con esa mezcla de mala leche y mala fe que pudimos cosechar a lo largo de los años; colegiados que enlutaron tiempos nefastos para el fútbol de mi querida institución y que tuvieron no hace mucho tiempo su corolario en actuaciones lamentables como la de Lanolina o Cernadas en la primera C, apareció un nuevo amigo del sufrido camionero, un camarada llamado José Carreras. No, no es el cantante lírico catalán; es un pibe recientemente ascendido a la B metropolitana, es la primera vez que nos dirige y fue en Berisso donde hizo su debut.
La primera B nos recibió con un discreto nivel arbitral; nos reencontramos con viejos conocidos como Meineri o Barraza, que nos dirigieran y que a la postre mostraron excelente nivel. Pero lo de Carreras escapa a todo análisis, cayendo en los lunares y defectos más descalificadotes para un juez que procura trepar de categoría. Falta de personalidad, cobardía, manejo discrecional del reglamento, localista a ultranza, soberbio, portando una gran dosis de animosidad, agresividad e intencionalidad hacia jugadores y dirigentes visitantes.
No es de extrañar que suceda este tipos de apariciones estelares en un ámbito del referato permanentemente sospechado y permeable a presiones y máxime cuando se disputa la segunda rueda y estamos a vísperas de definiciones importantes. Barracas está en la cima y molesta, sus dirigentes, ejemplos de conducción y ligados al sindicalismo suelen irritar a noveles árbitros que se defienden atacando, probando su personalidad y activándola en base a respuesta patoteriles frente a pacíficas requisitorias.
Lo de Carreras es la continuidad de un estilo que se viene repitiendo en las categorías de ascenso, el que le importa un pito todo, el informe del veedor, el comentario periodístico, la potencial gresca dentro o fuera de la cancha por sus desatinos reglamentarios. A Barracas lo desarmó, lo desmanteló, no le cobró penales, le expulsó a un jugador injustamente y apresuradamente y le retrasó el reloj del crecimiento deportivo en esta temporada.
Es hora de bomberos porque es hora de incendios, pero estos distan de ser servidores de la comunidad, son serviles a sus ambiciones personales y a ciertos intereses que en 40 años de ascenso todavía no he podido descifrar
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