lunes, 25 de julio de 2011

PORCA MISERIA


Como hincha de Barracas Central tendría que estar contento por esta nueva diagramación de los torneos de AFA que hace que mi club ascienda, en caso de quedarse esta temporada en la B Metropolitana, una categoría más, ubicándose a un paso de la primera A. Un hecho que para un simpatizante que sigue a su club por cuatro décadas no deja de ser formidable e inédito. En verdad nunca viví este desenlace que tendría que hacerme feliz. Pero la felicidad siempre tiene un costo.
Recuerdo que en épocas de Menem pude viajar por primera vez en avión y llegué a cantar alabanzas hacia el riojano por la oportunidad otorgada. Poco tiempo después quedé sin trabajo y ni para el bondi tenía. La bienaventuranza de una época indefectiblemente nos ha llevado y nos llevará al abismo, si esa beatitud que en un tiempo me favorecía resulta ser contra natura.
Existen diferentes tipos de personas; están las que mandan y están las que obedecen. Desde luego que también hay distintos ideales de jefes, como a su vez ideales de empleados. De entre los regentes que ostentan una responsabilidad, hay un rango de individuos que a parte de la búsqueda del objetivo, se desvela por la acumulación del poder. Ese despliegue nocivo afecta a cada ámbito de nuestra vida cotidiana. El kapanga, el mandamás, el capatás, el líder, el don, el míster, el señor, son rótulos que exceden la caracterización del jefe nuestro de cada día.
Pero no existe el poder sin obediencia, sin sumisión, sin necesidad, sin desesperación y sin miedo. El poderoso se nutre de obsecuentes, de brazos armados y de mentes perversas con poder para influir, amenazar y presionar.
El poderoso no dialoga, no interpreta ni consensua. Al poder se lo vence con valentía, con unión, con inteligencia, con la razón y con la verdad. A veces al poder se lo demoniza, a veces no es tan malo como parece y es mas influenciable de lo que se supone. El poder cuenta con amigos del poder, con criterios propios, con juicios transparentes y silenciosos.
El fútbol argentino vive su hora más vergonzosa e impotente. Un momento desteñido de abusos, de decisiones unilaterales que afectan a muchos, a pobres de opinión, a menesterosos traficantes de silencios que alimentan una miseria que no tiene fin y que viene de lejos.
Llámese el manoseo de un nombre y un hombre con contrato, hasta el tiento de la historia de viejos logros, sumidos en un fango de intereses que logran desfigurar el ya desvirtuado mapa futbolero de promedios proteccionistas y promociones ventajosas.
Nos espera un país unido por el fútbol, por los negocios de la tele, los descensos que no lo son, los grandes que lo seguirán siendo sin peligro futuro y una bolsa de gatos que involucran sueños, esperanzas e injusticas, una legión de equipos de segunda jugando en primera y un futbol de primera jugando en segunda. Todo avalado por las víctimas del poder que siempre que tienen la oportunidad levantan la mano para avalar la miseria que los viene consumiendo. Se viene una época de crisis, de desconcierto y de resulados negativos que se verán tanto en la selección si no se cambia a tiempo como en la calidad de torneos, equipos y jugadores. Emparejaremos para abajo y nos iremos al tacho. Dios nos libre y nos guarde.
Tendría que estar contento por las ventajas que recibirá mi equipo de cara a la restructuración del fútbol, pero a veces el sentido común debe primar por sobre los intereses personales y grupales y esto incluye también a mi querido Barracas Central.

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