miércoles, 11 de agosto de 2010
MEADOS POR LOS PERROS
Es curioso, pero me he pasado más de cuarenta años manteniendo una simpatía con el equipo de mi padre que es Los Andes. Desde chico mi viejo, que vivió en Lomas de Zamora ni bien llegado de Italia, me transmitió su amor por el conjunto mil rayitas. A pesar de mi pasión por Barracas Central, al ¨tano¨ le fui haciendo el aguante con su equipo sureño. Lo llegué a acompañar a la cancha cuando jugó en primera ¨A¨, de la misma forma que él me llevaba al Gallardón cuando yo era pequeño.
Confieso que nunca pensé que llegaría el día que Barracas se enfrente a Los Andes y que esa jornada la viva teniendo a mi padre, ya viejito, a mi lado.
Pero el día llegó, un 10 de Agosto de 2010, luego de cincuenta y tres años, Barracas se enfrentó con el equipo de mi papá; para colmo televisado y lo he vivido de un modo muy especial.
Cada partido de Barracas en esta nueva categoría lo estoy sufriendo más de la cuenta. Lo que debería ser un pasaje por la divisional ¨B¨ placentero, para disfrutar el hecho histórico y las chances de permanecer que nos propone un solo descenso, jugar en nuestra casa y no dividir en el promedio, se convierten en un calvario de pesares, un lamento de injusticias y el vislumbrar un futuro de presiones por un resultado positivo que no llega, a pesar de los merecimientos y el efecto psicológico que esto conlleva en hinchas, dirigentes y jugadores.
Hemos jugado hasta ahora en la metropolitana algo así como 270 minutos de un mismo trámite, de un uniforme planteo que involucra sacrificios, errores, chances perdidas y desenlaces dramáticos.
Defe, Susso y Los Andes nos mostraron la cruda realidad de una divisional mediocre que no te perdona si perdonas. Con los de Lomas hicimos todo bien, pero igual no ganamos, la falta de gol en los momentos oportunos, en las escasas que tenemos, lo imprevisto, la ausencia de un cambio ni bien marcado el descuento de cuatro minutos para enfriar el partido y el despilfarro de chances de contra, nos quitaron puntos valiosos e irrecuperables.
Pablo, Matos, Arce, Gómez y Almada Flores la rompieron, pero la ausencia de otro punta con gol que no se estorbe con el referente de área y un volante ofensivo que sea un plan B cuando el paraguayo no esté y que le dé volumen y profundidad al ataque, que a su vez tenga gol y que provoque que cada embate barraqueño no quede en la nada, ha provocado que nos quedemos con las manos vacías, la boca amarga y la nostalgia por tipos que ya no están y que hubieran marcado la diferencia.
Merecemos por lo menos tres puntos más en la tabla, pero con merecimientos no se ganan partidos. Debemos saber abrochar los encuentros y si bien Kopriva planteó muy bien el cotejo frente a Los Andes, el empate nos sume en un estado de desesperación por el primer triunfo que no llega y que no ha de ser positivo si no se lo controla en la semana.
Esto recién comienza, pero arrancamos pillados por los perros; vendrá Colegiales, luego Estudiantes y más tarde Chicago, pero cada partido tendrá el mismo dramatismo que de pronto en la ¨C¨ no existía y que este martes a la noche he experimentado junto a mi viejo, que mucho ya no entiende de estas cosas del ascenso y que se amargó de verme triste por el empate sobre la hora de su equipo del alma.
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