EL BARZA A LA FINAL

Revisando el diccionario recalé en la palabra ¨Selección¨ para saber su significado; el mataburros me ilustraba con una definición ¨ Selección es la elección de una o varias personas o cosas entre un conjunto por un determinado criterio o motivo¨.
Al mismo tiempo me infiltré nuevamente en la consigna futbolera de la FIFA referida al Fair Play y la traduje en algunos sinónimos para que me quede más claro. Me tomé el trabajito de descomponer esa palabra inglesa en términos como nobleza, generosidad, caballerosidad y cumplimiento de las reglas del juego limpio.
El mundo del fútbol ha recogido por años tantos vistos buenos como censuras. Habilitaciones o vistas gordas, como prohibiciones, imposiblidades, exclusiones y salvedades, ya sea por personas y hechos que no pudieron ponerse a la práctica. Al mismo tiempo y con el correr de los años lo vedado pasó a ser legítimo y consentido; del mismo modo lo avalado en una época paso a ser inconveniente.
De pronto Sivori o Maschio jugaron en la selección italiana y en la de Argentina. Al mismo tiempo a Navarro Montoya, que había atajado en el combinado colombiano, luego de años de pedidos expresos, se lo autorizó a vestir la celeste y blanca, ya tarde por cierto.
Un jugador argentino, con padres o abuelos extranjeros, puede nacionalizarse paraguayo y jugar representando a ese país. Del mismo modo un técnico argentino puede dirigir otro seleccionado sin que la FIFA esgrima un impedimento al respecto.
Italia con sus escándalos de corrupción fue habilitado a participar del mundial de Alemania, el que ganó, mientras por mucho menos a Chile se le impidió participar de la cita mundialista, por un corte intencional en la cara de su arquero Rojas en un encuentro eliminatorio frente a Brasil.
Pero las reglas del Fair Play poseen un límite, a partir de una lógica invisible para el gran público, que observa como normal un hecho ciertamente incongruente.
Lo vemos y lo admiramos en este mundial y es la hegemonía en cancha de más de la mitad de los hombres de un super equipo de club, con la camiseta de una selección. Lo que a priori parece normal y hasta meritorio, no es otra cosa que un abuso reglamentario que la FIFA no a contemplado, ya que escapa al sentido de un mundial, de sus selecciones participantes, que fraccionan sus requerimientos de acuerdo a rendimientos individuales y no a ventajas grupales, lo que para muchas de ellas reportaría más beneficios que sinsabores. La gran mayoría recoge su rebaño esparcido por el mundo, mientras España no.
Aquí no existen criterios de selección y si bien son hombres de un mismo país, no dejan de ser jugadores de un mismo equipo, que tienen la ventaja de practicar todos los día del año. La selección española no es otra cosa que el Barcelona y el Real Madrid pegados con Plasticola.
Cada país debe tener el derecho de citar a quien le plazca, pero no debería poner en cancha más de tres hombres perteneciente a un mismo equipo, de la misma forma que, por ejemplo, en Europa, un club no acepta más de una cantidad determinada de jugadores extracomunitarios.
Lo cierto es que el Barza llegó a la final, claro, sin Messi, Avidal y Alves, pero con el resto de sus hombres y aunque sean españoles y la mía resulte una demanda ilógica y sin razón, no deja de ser demasiada ventaja, una prerrogativa intangible que no ha sido contemplada por los reglamentos de los dueños del circo....y OLE...!!!