jueves, 15 de julio de 2010
EL PERIODISMO DEL PUEBLO
¨..es para Diego que lo mira por TV¨ fueron las palabras empleadas por el periodista Eduardo Feinmann a través de su programa por el canal C5N, en referencia a las imágenes emitidas por los recibimientos de parte de los habitantes de Madrid, a la selección de España campeona del mundo.
Hace años que vengo observando cómo este ¨movilero¨ devenido en periodista estrella viene sustentando posturas gorilas, anti populares y fascistas, tanto en el glamoroso C5N, como también en la burguesa Radio 10.
Su estilo acido, controvertido, litigioso y provocador, alejado de los intereses populares, viene sometiendo al imprevisto oyente o televidente, que por error recala en los medios mencionados. No es otra cosa que un proveedor de doctrina a una fiel pléyade de seguidores con una misma bandera ideológica.
La anécdota referida se suma a un sin fin de ataques verbales, insultos y calificativos injuriosos tanto a piqueteros, organizaciones sociales, sindicatos, como a ciertos personajes deportivos y artísticos. Cuestionamientos a pedidos de subsidios, de justicia o a actitudes emanadas de los sectores populares y de los propios trabajadores, coronan sus editoriales regadas de un carisma particular y avinagrado.
Desde luego que este buen hombre no ha inventado un estilo; es la continuidad de un periodismo conservador, de derecha que alguna vez apoyaron gobiernos militares y que siguen los pasos de Neustad y Grondona, formando un bloque sólido de comunicadores insensibles, mundanos y tendenciosos como el negro Oro, Hadad y Longobardi, entre otros. Personajes más cercanos al Country que a la Villa, lejos del barrio, pero próximos a una billetera.
Vendedores de ideas, activistas de una condición social, un estilo de vida y un formato estético y de consumo; voceros de intereses empresariales (sino fíjense como facturan en pautas publicitarias), comprometidos con la prensa más que con el periodismo y con su gente. Poseen una visión particular al concepto de pueblo y su búsqueda de la excelencia recae en la tradición y en la propiedad. Individuos a los que Dios y la Patria algún día demandarán.
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