viernes, 9 de julio de 2010

TRAFICANTES DE JUGADORES


Que los de acá, que los de allá. Lo cierto que hace un año hemos estado a tres minutos de ganarle al mejor equipo del mundo (Barcelona) con jugadores del medio local (Estudiantes de La Plata); sí, a esos que juegan la final el domingo 11 de Julio en Sudáfrica vistiendo la camiseta de España.
La compra-venta de jugadores comienza a ser un gran negocio en la Argentina a partir de la venta de Sívori a Italia por parte de River Plate, dinero por el cual la institución de Núñez se ganó el mote de ¨Millonarios¨. A partir de allí, el tráfico de jugadores ha sido para el fútbol argentino un gran negocio inserto dentro de un espectro de grandes negocios, como los derechos de TV, los sponsors, la pilcha deportiva, reventas de entradas y un sin fin de kiosquitos que involucran a dirigentes, barras y periodistas.
Para que haya un provecho debe haber un comerciante y un cliente, pero además debe haber un proveedor. Y allí entra a tallar la figura de los ¨Representantes¨, verdaderos tumores legalizados en un ámbito sin muchos controles impositivos, migratorios y legales. Auténticas meretrices, merodeadores de talentos, cuñas que dinamitan patrimonios, odiosos intermediarios que te despojan del crack y lo ofrecen al mejor postor en un mercado globalizado e infame donde los que más tienen más ganan.
Ellos son proveedores de los clubes-empresas de entretenimientos, los que descubren talentos y los ofrecen a los 12 años, con la complicidad de la AFA, el materialismo de familiares y la ambición de los propios jugadores.
Uno de los grandes males del fútbol argentino son ellos y aunque actúan en un ámbito de legalidad, el perjuicios que les hacen tanto a los clubes, como a los torneos, aduciendo el humano derecho de progreso personal que todo hombre debe tener, es irreversible.
Hemos perdido el tiempo, un tiempo sin logros, sin ídolos en nuestros clubes, sin un equipo para repetir de memoria, sin títulos, sin un álbum de figuritas con fotos perdurables y sin la gloria de un fútbol argentino que ve como sus hijos triunfan en el exterior, sin recibir migajas de su encanto para nuestra mesa tendida.

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