miércoles, 5 de mayo de 2010

AHORA NOS TOCA A NOSOTROS


Hace cuarenta años que como barraqueño vengo soñando con el ascenso a la ¨primera B¨. Para mí era una utopía, algo lejano, improbable, imposible. Era el premio que una generación estaba esperando y que permanecía postergado. Durante cuatro décadas vi festejar a otros clubes la conquista de ese logro, que nos ha sido esquivo por más de 61 pirulos.
Desde aquel ¨fútbol aficionado¨ pasando por la ¨primera D¨, con sus idas y vueltas, hasta estos 18 años seguidos en la¨C¨, el salto de calidad hacia una categoría superior fue habitando en mí, ya desde los 11 años, cuando me escapaba de casa y me colaba en el micro de Rotilli para ver al equipo, sabiendo que a la vuelta mi viejo me pegaría una paliza feroz. Lo cierto es que la ¨B¨ se transformó con el tiempo en un beneficio demasiado grande para que mi querido Barracas se haga acreedor.
Durante años he viajado kilómetros siguiendo a mi club, experimenté maratónicos traslados de visitante en canchas hostiles, enfrentando a adversarios superiores, sufriendo derrotas denigrantes, descensos anunciados y regresos desconsolados; viví esperanzas vanas o pequeños logros que no modificaron la ecuación. Siempre había algo, una excusa, una imaginaria bombeada, un jugador que fue a menos, la mala racha, la mala cancha, el mal técnico, el gol perdido, el gol anulado, el penal errado, el jugador expulsado o lesionado, la falta de guita, el fixture de mierda que nos tocó o el escaso peso en AFA, siempre había algo y siempre terminábamos con las manos vacías.
Esperamos un mesenas, un crack, un dirigente diferente, el pibe de las inferiores que nos salve, un par de ascensos más, la reestructuración del fútbol, el viento a favor que no sopló, el club que nos dé los puntos, el árbitro que nos ayude, el juicio ganado, el sponsor, aguardamos a Dios y este no vino.
Puteamos, acusamos, nos resignamos, desvaloriozamos, nos avergonzamos de nuestro club, peleamos, abandonamos la lucha, defenestramos jugadores, frenamos proyectos, reñimos con los del camping, desistimos de seguir al equipo por los malos resultados y bajamos la guardia. En resúmen, la institución no creció más.
Pensamos siempre en el afuera y la solución vino de adentro, de uno de nosotros, del mismo palo, de uno de los nuestros, del mismo barrio, de aquel pibe, de aquel morocho que jugaba en tercera, te acordás…?. Fuimos al encuentro de un traje y apareció un overol. Me refiero a un tal Tapia, a Chiqui, al camionero, al yerno de Moyano, al morocho que se la da de directivo, a ese, a aquel, a él.
Dudé y no le tuve fe, desconfié de su capacidad y hasta lo subestimé, pero el negro no falló. Me tapó la boca con laburo, autoridad, creatividad, sensibilidad, capacidad de gestión, aplomo, liderazgo, confianza y solidaridad con los de afuera, sí, con nuestros adversarios deportivos. Se banco todo, derrotas, injurias, críticas, discriminación, ofensas, agravios; malos momentos, aprendió a ser dirigente sobre la marcha y hasta fue técnico. Se cobijó en su familia y en su San Juan natal. Con el tiempo me convenció que el ascenso llegaría, no se cuando, pero pronto. Y el ascenso llegó.
Ahora nos toca a nosotros festejar. He vivido en estos días tantas alegrías que se equiparán a las experimentadas en los nacimientos de mis tres hijos. Atrás quedaron 61 años de sombras, de fracasos y frustraciones y lejos de parecer un obsecuente, no cabe duda que se lo debemos a él, quien se puso el club al hombro y lo llevó a la victoria.
Ahora tenemos nombre para la ¨B¨ y entidad. Vamos a estar en la misma góndola del super junto a la Coca Cola; jugaremos con Chicago, con Morón, con los grandes del ascenso, como somos nosotros, grandes de verdad. Hemos subido de categoría, pero no ascendio solamente un equipo de fútbol, en este 2010 ha ascendido un club de fútbol, una club con categoría, el glorioso BARRACAS CENTRAL, el club de Chiqui Tapia y el mío también. Enhorabuena…!!!!

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