lunes, 31 de mayo de 2010

FEMINISMO O ANTIMACHISMO


Para los argentinos nuestras mujeres son uno de los patrimonios mas destacados del país. Pero de un tiempo a esta parte ese tesoro que nos envanecía y nos colmaba de deseo, amor, pasión y ensoñación, se ha transformado en un dilema sin solución.
La realidad nos marca que la mujer ha roto cadenas, ya no tiene dueño y se ha independizado del hombre y de la vida. Esa autonomía las llevo a reforzar su carácter y a perder su embeleso y su candor. Esa emancipación las transformó en pragmáticas, competitivas, selectivas, soberbias, egoístas, litigiosas y autosuficientes. La búsqueda de su soberanía las condujo a la pérdida de su encanto sumiso y angelical.
A partir de ese fenómeno surgió una conmoción profunda que transformó su tradicional y sutil feminismo, al más pavoroso antimachismo. Se pintaron la cara, tomaron la lanza y les declararon la guerra a los hombres. Cualquier boludez que hagamos en la vida será catalogada como machista.
Hoy la mujer argentina porta su mejor cara de ojete, transmutándose en un personaje, en un objeto, en una pose. Su objetivo es agradar y dejar al otro insatisfecho, portando el cruel mensaje de ¨mira cuan inaccesible soy¨. Se han casado con su profesión, con su estudio, con su trabajo, con sus proyectos materiales, con la tecnología, con la moda y con sus cómplices amigas; cazadoras de ejecutivos, consumistas del lujo y ornamentación, clientas de punta de Sex and the City y Cosmopolitan. Les pasan la factura a los hombres por las cagadas que nos mandamos, resaltando nuestros defectos con lápiz labial rojo y tildándonos de pajeros, mameros, autoritarios, infieles, vagos y demás epítetos.
Lo cierto es que nosotros las hemos considerado como las más linda del mundo y se lo han creído; es así que los argentinos nos hemos transformado en una manga de puñeteros que no les podemos tocar el culo ni siquiera a nuestras propias mujeres. Estas se han convertido en un adorno para la mesita de luz y en la causa de depresiones, insatisfacciones y baja en la autoestima varonil.
Recuerdo que mi madre siempre fue feminista y lo ponía en caja a mi padre, pero ella nunca lo dejó de amar, jamás persiguió la supremacía sobre él.
Este cambio en la mujer se obedece al ataque de uno de los principales enemigos que tenemos los seres humanos y son los medios de comunicación. Revistas, canales de televisión, programas y suplementos les han modificado su horizonte, su modo de pensar y su destino. Las han convencido de que eran feas, tontas, pobres, esclavas, que tenían mal gusto para vestir o decorar, les apuntaron lo que tenían que hacer con su tiempo libre y le quitaron la culpa ante el engaño, la traición y el deseo. Les enseñaron a provocar, a seducir, a transgredir y a justificarse. Les alcanzaron la chancleta para que ellas las tiren y pues bien, las tiraron.
Adiós al formato de pareja, de familia. Debemos acostumbrarnos a decirles chau al idioma, al encuentro, a los viejos códigos y a darle la bienvenida a la resignación de contemplar un nuevo ejemplar de mujer agresiva, shopinezca, vanidosa, orgullosa e impropia.
Hasta la vista baby.

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