domingo, 9 de mayo de 2010
LA SOMBRA NEGRA
Para Barracas Central el tema de los árbitros y sus arbitrajes ha sido motivo de excusa, queja, argumento y polémica esgrimida por hinchas y dirigentes durante años. Cada club tiene su lista negra de verdugos vestido de negro que han dejado una impronta en su historia institucional y Barracas tambien tiene la suya.
Basta recordar tipos como Lamolina padre, en aquella final por el descenso en cancha de Estudiantes de Buenos Aires contra Flandria y a otros como Fuenterrabia, Guillermo, Vazquez, etc, hasta llegar a un innombrable para la hinchada barraqueña como Julio Barraza, con el que hemos perdido dos finales de ascenso, a pesar de haber ganado los tres partidos que nos dirigió. También en el último tiempo hemos recibido una buena tunda de árbitros como Lamolina hijo o Cernadas.
Para los hinchas de fútbol, el juez es un enemigo que nos quiere quitar lo que nos corresponde, que son los tres puntos. Pareciera ser que estos ¨inquisidores¨ son más adversarios que nuestros oponentes deportivos.
Esta es una sociedad rebelde que no soporta la aplicación de las leyes y el reglamento, que descree de las personas y de las instituciones. Los fallos futbolísticos son cachetazos y retos que la afición no tolera. Si eso se encuadra en un hecho deportivo, se traduce en pérdida de puntos, descenso en la tabla y baja autoestima de jugadores y simpatizantes.
La lamentable mecánica en la aplicación del reglamento por parte de un hombre que corre solo noventa minutos en una inmensa cancha, agotado, agobiado y sin perspectiva; ayudado por dos tipos que solo cobran offside o lateral, no ayudan a aplacar la ira tribunera. A eso súmele la falta de premios y castigos en el dibujo de los torneos, donde es tan difícil ascender como descender y que cada descenso es un drama nacional con connotaciones violentas.
Los árbitros no son los enemigos, solo son una sombra negra en la organización del juego, un mal necesario, un interín, un espacio de esperanza hacia un deporte mejor, la excusa de la mala fe y la mala fe sin excusas, un brazo de la corporación.
Algún día cambiará, por el bien del juego, el concepto que tendremos de las autoridades de un partido de fútbol y cuando llegue ese día, habrá cambiado el fútbol como deporte.
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