domingo, 9 de mayo de 2010
EL TRABAJO INVISIBLE
Confieso que en cuarenta años de hincha barraqueño le he dado poca bola a la performance de las inferiores. Esto a pesar de haber jugado en ellas promediando la década de los setenta, en la que tuve la posiblidad de mostrar mi indudable capacidad para pinchar la pelota, hacerme un nudo con ella, patear violentamente el césped o algún rival de turno y pasar victoriosamente desapercibido por la historia futbolística de Barracas Central.
Para mi era importante lucir la camiseta que defender la camiseta. La escasa dedicación a los entrenamientos, sumado a mi indefinición posicional, que hacía que un día me probara de arquero y al tiempo terminaba jugando de marcador de punta, habían sellado el futuro este jugador, que resultó ser un verdadero pata dura.
Pero las inferiores de Barracas no generaron mayoritariamente jugadores como yo. Esta novela ha contado con actores que dieron al club real satisfacción y poblaron canchas, en donde mostraron su talento indiscutible. Figuras como Lucas Barrios, por ejemplo, dan cuenta de ello.
Rubén Moreno, Sanchez, Andino, Loza, entre otros, fueron los impulsores de una tarea que se fue profesionalizando aún más, hasta llegar a lo que es hoy. Un trabajo invisible con sus mentores que diseñan a los nuevos crack. Verdaderos maestros, profesores, tutores, que rescatan en cada pibe lo mejor que tienen, formando jugadores, pero fundamentalmente futuros hombres. Las inferiores son una familia dentro de una gran familia.
Esta nota pretende rescatar la labor de tipos que en silencio muestran su profundo amor por el club, por la docencia y por el fúlbol. Y esos hombres tienen nombre propio; Mazariche, Cives, Santos. Mussi y otros que no conozco personalmente, quizas de vista, pero están ahí. A pesar de la ausencia de la tercera como preliminar, la superposición y la simultaniedad local-visitante que separa las aguas, el mismo día, las mismas horas y que hace que las canchas no tengan el marco que merecen o el entusiasmo que ameritan, el trabajo invisible late en Olavarría y Luna.
Cada uno de esos hombres forman un ladrillo que construye un faraónico proyecto que muestra sus frutos. Carlos Arce, Juan Toscani, Nicolas Perri, Ramiro Garay o Pablo Lambermont son consecuencias, logros, orgullos.
Siempre lo he dicho, el futuro del equipo está en los pibes y a eso vamos; ya dimos un primer paso. Que no decaiga.
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