domingo, 16 de mayo de 2010

LOS MALOS Y LOS BUENOS


Es curioso, pero en la Argentina que vivimos los términos, los rótulos y las palabras que evalúan el accionar y las conductas de las personas no se condicen con el atributo del propio individuo, con propia su verdad. Tal es así que podemos ser un hombre honesto, trabajador, un tipo que jamás robaría, secuestraría o violaría, pero que aún así llegaríamos a ser una mala persona ya que podemos proceder como un mal padre, un mal vecino o un individuo egoísta, en resumen una mala persona para la gente. La expresión ¨mala persona¨ en los tiempos en que vivimos no es un enunciado delictivo
Lo mismo sucede con la etiqueta ¨mal viviente¨. También deja de ser un concepto punible, a juzgar por la cantidad de hombres honestos viviendo en deplorables condiciones físicas, sociales y morales.
Mal bicho o mal tipo, son epígrafes que los hombres sustentamos de acuerdo a quien nos juzge, por hechos que a ojos de unos puede resultar gravosos y de otros, indiferentes. Que es lo malo y que es lo bueno en esta sociedad y con que vara se miden las actitudes. Se es malo o bueno en el deporte o en el trabajo. Se es mal o buen amigo, amante, conductor, etc. Como debemos proceder para no ser culpables del relativo juicio de la gente.
Esto pasa en el fútbol con los fallos arbitrales, en la calle con las multas, el tribunales con las sentencias, en la televisión, ya sea en noticieros, programas de chimentos o políticos. Todos tienen razón y somos inocentes y todos somos condenados y por ende malas personas. Así se inculpan en el mundo de los malos y de los buenos.
Está en uno mismo y en nuestra conciencia determinar la valía de nuestros hechos. También está en nosotros valernos del rigor crítico. Si somos justos con uno mismo, lo seremos con los demás, pero no adjetivando boludeces en el otro de acuerdo a nuestros intereses, sinó siendo rigurosos en las cosas cardinales del diario vivir.
Es dificil sostenerse en esta sociedad de cortinas de humo, de árboles que tapan el bosque, de velos y vendas que relativizan lo escencial que posee el hombre y que es su verdad.

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